#Gender Equity

Maternidad y paternidad: la corresponsabilidad como profesión de fondo

Antonella Ambort

HR Talent Senior Deloitte

Embarcarse en el desafío de la maternidad nunca ha sido fácil, y más aún hoy en día con las expectativas de lo que se espera de la figura de la mujer en el mundo laboral como en sus esferas sociales.

Si analizamos la evolución de la mujer en el trabajo y giramos la vista 15 años atrás, vemos como la brecha de desigualdad en la actividad laboral de las mujeres respecto a los hombres, se ha ido equilibrando con el paso del tiempo.

Según los datos del INE, en el 2022 hubo “11.057.400 mujeres activas en el mercado de trabajo de 16 años y más, de las que 9.425.400 están ocupadas y 1.632.000 en desempleo. Respecto al total de la población activa, en 2022 las mujeres representan el 47,2%, casi 5 pp más que en 2007.”

Sin duda alguna, el aumento progresivo de la participación de la mujer en el mundo laboral, ha sido uno de los cambios más significativos del siglo XXI. A su papel tradicional ligado a la familia, se le sumó su realización personal y el aporte económico al hogar, derivando en un doble rol para ella. Esto trajo como consecuencia una mayor carga de tareas, metas y aspiraciones, y con ello prejuicios, estigmas y expectativas que se esperan de ella.

Pero ¿cómo todo este cambio influye en su salud mental?

Sabemos que el embarazo produce en la mujer cambios relevantes desde un punto de vista fisiológico, endocrinológico y psicológico. Es un periodo crítico de completa transformación y de alta sensibilidad, que hace a la mujer sentirse frágil, vulnerable y con una gran necesidad de apoyo y sostén emocional.

Patricia Fernández Lorenzo, psicóloga perinatal, asegura que “la madre afronta un esfuerzo psíquico para hacer frente al reto de la maternidad, y de la gestación en particular, que tiende a permanecer oculto, y se tiende a minimizar. Y esto contribuye a la idealización, en lugar de brindarle los cuidados necesarios que le ayuden a hacer frente a este proceso.”

Esta idealización se ve gratuitamente acrecentada por la realidad que nuestra sociedad de hoy en día promueve alrededor del pensamiento mágico de la mujer omnipotente, que todo lo puede. Dicha creencia junto con el eslogan social de la felicidad permanente, nos anima a creer que podemos (y debemos) tenerlo todo sin renunciar a nada.

La gran expectativa y presión social que ejerce esta creencia versus la realidad biológica, psíquica y familiar que vive la mujer al ser madre, desencadena en una gran frustración y termina siendo un factor de riesgo ya que predispone una serie de problemas y trastornos mentales que podrían evitarse.

Me pregunto, ¿qué clase de realidad estamos construyendo y por qué nos empeñamos en crear esta psicosis social y patologizar un proceso que debería ser natural? Es alarmante que como sociedad fomentemos este pensamiento omnipotente, y estemos normalizando demandar que una mujer con hijos trabaje como si no los tuviera.

Entonces, ¿por qué es importante sensibilizar y dar visibilidad a este tema?

  • Porque cualquier mujer de cualquier cultura, clase social y etnia es susceptible de padecer un problema de salud mental en este momento de su vida.
  • Porque es importante no estigmatizar, culpabilizar o minimizar este tema.
  • Porque es necesario destinar recursos económicos a la prevención, detección y atención de estos problemas para garantizar una mejor calidad de vida a las madres y sus bebés, siendo la salud mental un elemento clave para el desarrollo de los años posteriores.

Entender la complejidad de esta etapa es de vital importancia para el desarrollo de la salud mental tanto de la mujer como la de su bebé. Y en ello es clave sobre todo la figura del padre o segundo tutor como apoyo, sostén y amortiguador de la salud mental de la madre en primera instancia, y consecuentemente de la salud mental también del bebé.

Para ello, necesitamos comprender que el padre o segundo tutor debe tomar una posición más activa en estos primeros años de vida y, por tanto, debemos trabajar en estrategias que posibiliten alcanzar una corresponsabilidad más equilibrada entre hombres y mujeres o entre cuidadores de primer y segundo grado, en el cuidado de los hijos.

Desde las empresas necesitamos hacer un cambio importante de mindset e integrar las diferentes realidades que pueden vivir hombres y mujeres respecto a este tema. Es prioritario impregnar la cultura empresarial con políticas que apoyen esta corresponsabilidad y el balance vida-trabajo, y por tanto, fomenten el cuidado y bienestar individual y familiar.

Para ello, es de vital importancia migrar a modelos más flexibles de conciliación que rompan con los estereotipos tradicionales de lo que se espera de la figura del padre o de la madre respectivamente, y derriben las barreras y estigmas que hoy en día influyen y condicionan nuestra salud mental.

Sabemos que sólo desde nuestro completo bienestar (físico, mental y emocional) podemos aportar nuestro verdadero valor. ¿Qué estamos haciendo hoy para integrarlo y potenciarlo en las empresas?