#Gender Equity
La gran renuncia
Hace unas semanas leí la noticia “lo que la renuncia de las mujeres más poderosas del mundo nos dice” de Silvia Ocaña (6 de febrero de 2024), donde indicaba que, en los últimos meses han sido bastantes las mujeres al frente de multinacionales o al frente de países que habían decidido dar un paso atrás alegando agotamiento renunciando a su cargo para mejorar en salud mental y priorizar el cuidado de las personas de su entorno. Es un artículo que llama la atención teniendo en cuenta todos los esfuerzos que se están llevando a cabo para que la igualdad y la equidad de género se conviertan en una realidad. ¿qué puede estar pasando para que mujeres que han conseguido romper el techo de cristal decidan dar un paso atrás?
Este mismo artículo cita que según el informe “Mujeres en el lugar de trabajo” publicado por McKinsey y Lean, el 43% de las altas ejecutivas reconocen sentirse agotadas frente al 31% de sus colegas masculinos. Parece ser que esto es debido al esfuerzo extra que todavía tenemos que hacer las mujeres para ascender y con que una vez que se llegan a puestos de responsabilidad, nos solemos implicar más en iniciativas para fomentar la inclusión o diversidad dedicando un mayor tiempo al mentoring, a programas corporativos con foco social o a participar en asociaciones de mujeres.
Este es un fenómeno que se inició hace unos años en Silicon Valley y poco a poco se está extendiendo por el resto de los países desarrollados.
Ahondando más en cuales pueden ser las posibles causas que nos pueden llevar a renunciar a estos puestos una vez alcanzados, podría haber una combinación de factores, por un lado, nuestro ADN como mujeres, que puede dar alguna pista Marian Rojas Estapé en su podcast “Mujeres imperfectas con propósito”. Según ella, en la actualidad hay muchas mujeres que vivimos en el “Mito de la Mujer Pluscoamperfecta” que implica que la mujer debe cumplir con unas obligaciones y unos parámetros que son imposibles de alcanzar y de mantener sin sufrir consecuencias negativas para la salud física, psicológica y emocional. Indica que, esta búsqueda de la perfección hace que nos olvidemos de nuestras necesidades, deseos y sueños. Habla de un estudio en el que casi el 70% de las personas dicen tener problemas para conciliar la vida profesional con la familiar o personal y en el caso de las mujeres 8 de cada 10 reconocen tener problemas para conciliar de la mejor manera posible. En su experiencia considera que en la forma de entender la conciliación somos distintas las mujeres de los hombres (que, aunque no es categórico, ocurre en muchos de los casos) ya que nosotras tendemos a ser más empáticas, pero nos cuesta más compartimentar los temas y desconectar de los problemas y llevamos la parte afectiva a un primer plano, priorizando por norma general, a los otros sobre nosotras mismas. También comenta que, posiblemente debido a la educación de hace unos años, tenemos tendencia a sobrecargarnos de temas sin pedir ayuda.
Por otro lado, viendo que muchas de las mujeres indican que dejan el puesto para mejorar en salud mental y priorizar a su familia, nos hace entrever que es necesario el cambio de la cultura empresarial con políticas que apoyen esta corresponsabilidad y el balance vida-trabajo, y, por tanto, fomenten el cuidado y bienestar individual y familiar. Quizás sean necesarias unas políticas creadas con una mayor implicación de las mujeres de la organización a todos los niveles, donde realmente se pongan sobre la mesa las necesidades que hay de fondo y teniendo en cuenta que, de base, las necesidades de mujeres y hombres no son las mismas.